Fue construido por los musulmanes, en tiempos del rey de Granada Abd-alá. La fortaleza era un asentamiento militar dedicado a la vigilancia de la zona y a la recaudación de impuestos.
Se sitúa en un cerro con laderas tan escarpadas que facilitan su defensa, excepto por el lado norte, que casi no tiene pendiente. La cumbre es plana y ligeramente inclinada hacia el sur.
Antes de llegar a la muralla del castillo, encontramos que de su extremo noroccidental parten los restos de un muro que termina en una "torre albarrana" (torreón exterior de una fortaleza empleado como punto avanzado de defensa, que en caso de necesidad era fácilmente aislado del castillo, que solía situarse en las zonas más fáciles de atacar, en este caso en el terreno de más fácil acceso por ser bastante llano).
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Torre albarrana en el exterior del recinto. |
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Restos del muro que une la torre y el castillo. |
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El castillo desde la torre albarrana |
La fortaleza está rodeada por una amuralla simple, por lo quebrado del terreno no necesitaba más para la defensa. De ella quedan sólo unos pocos restos de pobre mampostería.
La zona norte se protege con una gran torre de unos 11 m. de longitud y 7 de anchura, es la zona más protegida por ser la de más fácil acceso. Se encuentra cimentada sobre una plataforma de mampostería unida por mortero de cal y arena, sobre ella otra plataforma de menor superficie elaborada en durísima argamasa, y encima la torre de tapial real, es decir tierra apisonada entre dos tableros unidos por delgados mechinales de madera, estos al se tan delgados indican que pertenecen al periodo del Reino Nazarí de Granada, los mechinales de etapas anteriores suelen ser de mayor diámetro. En el interior de los muros, se disponían delgadas tongadas de argamasa para dar más consistencia a la torre. Por último, el exterior del muro se revestía de argamasa para darle mayor fuerza, gracias a ello ha sobrevivido a siglos de guerras y abandono.
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Los tres tipos de materiales de la gran torre. |
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Al terminar la construcción y ser delgados los mechinales, se dejaban dentro del muro sus extremos. Como remate se daba un enlucido que los cubría y se pintaba imitando ladrillo o de blanco. Con el tiempo el enlucido se ha ido cayendo dejando de nuevo vistos los huecos. |
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Detalle de los huecos de los delgados mechinales que unían los tableros de construcción y sustentaban los andamios. |
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Los gruesos muros de tierra apisonada reforzados al exterior por argamasa de cal y arena. |
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Tonga horizontal de argamasa en el tapial real. |
En la parte más baja, un muro de argamasa delimita una superficie trapezoidal, pudo ser un aljibe o gran dependencia con los muros revestidos de un enlucido muy fino.
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El fino revestimiento interior. |
Sobre el lugar existen numerosas leyendas, como que hay un tesoro dentro de la montaña procedente de los impuestos que se recaudaban o que el monte está lleno de pasadizos secretos... Quien encuentre la puerta verdadera y sepa recorrer el laberinto podría hacerse inmensamente rico.
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